La Cordillera de la Sal, el Salar de Atacama, la sequedad y el paso del tiempo han esculpido el Valle de la Luna. Apenas a una docena de kilómetros de San Pedro, se abandona la Tierra para sumergirse en un sobrecogedor paisaje lunar: el blanco manto de sal que cubre el suelo arcilloso, las caprichosas formas y texturas que la luz del atardecer potencia. Al caer el sol, al alargarse las sombras, el espectáculo del Valle de la Luna es imponente.
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