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Los géiseres del Tatío


Unos minutos antes de las siete de la mañana. Cuatro mil doscientos metros de altura. Nueve grados bajo cero (pese a que al bajar, en el salar atacameño, se superarán los treinta). El sol acaba de aparecer detrás de las montañas y teje figuras fantasmagóricas entre el vapor. Ni la altura, ni el frío, ni el madrugón impiden disfrutar del sensacional espectáculo que supone el amanecer en los géiseres del Tatío, uno de los muchos atractivos del altiplano andino.

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