Tokyo es, probablemente, el máximo representante de la civilización urbana. No queda ni un metro cuadrado libre; la ciudad crece en vertical por donde puede, incluidas tiendas y locales de restauración y ocio; en Ginza, el centro del centro, combinación de amplias avenidas y estrechas callejuelas, hay una ausencia total de zonas verdes. Sin embargo, el tráfico es ligero, porque se usa masivamente un transporte público envidiable; las calles están limpias, impolutas; la gente es respetuosa, por la acera o en el Metro: la aglomeración parece una coreografía cuidadosamente ensayada. El urbanismo urbano es posible.
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